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_ elma delinea sus afeeciones: porque cada rostro es tn mom~ z mento animado de la grandeza de Dios, que los ha hecho semejantes 4 todos en la forma, y desemejantes en los rasgos peculiares de sus ‘facciones, pero todos aptos para reproducir con rasgos sensibles las operaciones espirituales del alma. Puestos estos preliminares, y teniendo que hablar del cuerpo de la Virgen, desde ahora debemos decir y decimos, que es lamuger mas hermosa que ha habido en el mundo, nohabiendo, nipudiendo haber, otra que la iguale, y mucho menos que la supere. Y muévennos 4 decirlo asi tres razones de conve- niencia, de las cuales dos estén en armonia con la naturaleza de las cosas humanas, y otra con el érden de las costs divinas, que obré en ellael Todopoderoso’. «El cuerpo de la Bienaventurada Virgen, dice un tedlo- go eminente, fué perfectisimo en su especie y sexo, como lo ensefian los Santos Padres que han‘escrito de ella: y esto no podria negarse, sin incurrir en la mayor temeridad, siendo asi, que no hay autoridad 6 razon que obste 4 ello, y convi- niendo ademas que fuese asi, por motivo tan particular, como es el misterio de la Encarnacion. Y en primer lugar, porque tenia que formarse de su cuerpo el del Hijo’ de Dios, debien- do haberse enicargado la Providencia divina de ordenar el medio al fin, y de preparar la materfa apta"para el efecto conducente; lo que se entiende que medié, y mucho mas, cuando la virtud divina, que trabajaba de un modo singular en esta obra, podia hacerlo facilisimamente; y en segundo, porque convino que Cristo y la Virgen se pareciesen total- mente, no solo en las costumbres, sino tambien en Ja perfec- _ cion de cuerpo *. 1 No podemos menos de poner aqui las palabras con que Santo To- mas de Villanueva elogia la hermosura de la Virgen. «Cudl fuese la be- Ileza de sus ojos, dice, y la hermosura de su rostro, que dejé prendado al Rey de los cielos, se deduce de aquellas palabras: heriste mi corazon en una de tus miradas, hermana mia (Cant., cap. 4, y. 9): y como si este Rey » divino herido no. pudiese sufrir una mirada tan hermosa, Inego la dice: aparta tus ojos de mi, porque me han hecho volar. (Cant., cap, 6, v. 4.) iVo- lar! ~De dénde volar? del seno del Padre al seno de la Virgen.» Serm. de Resurrect. ? Suarez in 3. p. disput. 2, sect. 2.
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