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LIBRO. UNDECIMO. CEI ae La persona de la Virgen. El que haya leido con atencion cuanto hemos dicho so- bre la Virgen, que estaba predestinada 4 ser Madre de Dios, habra comprendido que hémos tratado de sus excelencias como en abstracto, viajando por decirlo asi por las regiones ‘de las ideas: porque en efecto, ideas de gran personalidad, ideas de gran sublimidad, ideas de gran importancia en los destinos del mundo,_ideas por fin de una perfeccion suma, _ aplicadas todas 4 lo que tenia que ser la Virgen, es lo que be nos inspiran las cosas que llevamos descritas. Aquellos tipos grandiosos, que viajaron con los hijos de Jacob, y estuvieron patentes al creyente en el santuario por muchos sigios, signi- ficaban mucho:pero eran objetos sin alma, que no decian casi nada & quien los veia, si bien reservaban su palabra para otras generaciones, que vendrian mas tarde. Las mis $ pro- fecias, con anunciar cosas grandes relativas 4 esa Virgen, P necesitaban de un comentario, pues los que las cian publicarg ee ee EOS oe ee . Hight mike SON AES Cee Te ate Cae se. on ie a que no les dejaba ver todo lo que ellas significaban. Sin em- bargo, alli estaban, como la fruta en la semilla, esas grandes - ideas, esos pensamientos sublimes sobre la gran personali- dad de la Virgen, 4 quien se encaminaban. Por muchos si- : glos estuvo sellado ese gran volimen de las grandezas de : la Virgen, hasta que, despues de haber vivido ella entre los hombres, fueron algunos de estos recorriendo el campo flo- tido de los simbolos y de las profecias, y como abejas solicitas formaron ese duleisimo panal de las glorias de esta Virgen, - presentandonos no solo un alimento suavisimo para nuestras almas, sino una luz blanca, pura y tersisima, que ilumina nuestros entendimientos. : a los hombres inspirados, tenian un velo delante de sus ojos.” 4

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