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sar la Bn: los arenales del desierto para ir desde Ramla 4 Elispolis, apenas encontraba agua en p rte — alguna, sufriendo en consecuencia mucha sed. Pero que a veces se distinguia a lo lejos en medio de wna Uanura sin limites un grande lago azul y claro, como el lago de Tiberiades. Maria, dice, levantaba su ca- beza, desfallecida como una*rosa de Saron a la proximidad dela lluvia. Tocdbase ya ese lago ben- dito, en el que con la imaginacion todos apagaban la sed; pero {6 miserial, un demonio burlon se. llevaba el lago algunas leguas mas lejos, y no dejaba enwsu lugar mas que una arena inflamada *. Este ultimo _rasgo esta bueno: para ponerlo junto 4 las’ sierpes de Ténedos en la Enéida de Virgilio ; pero es indigno de figurar en la vida de la Virgen, la cual se ha de escribir:de otra manera muy distinta. ” Una historia como esta ha de-ser tratada en un eatle grave v didéictioo; no ailadiendo nada 4 * ehseass decir que esta ilusion éptica se padece al uve ‘tlie los ininensos arenales que hay desde Suez al Cairo. Este camino lo hicimos en 29 de setiembre de 1863, y 4 no haber leido las relaciones de lo ocurrido al ejército francés en 1797 al recorrer |esos arenales, hubiéramos. creido que los médanos de arenas requemadas por la ignicion del sol, que — presentan una costra negruzca, y de lejos parecen azules, eran lagos. A medida que fbamos acercindonos desapare- cian esos colores, apareciendo otros 4 lo lejos con los mis- mos tintes. Pero nunca pudimos imaginarnos que ningun demonio burlon anduviese divirtiéndose con nuestras pupilas. Pensdbamos ya entonces escribir la vida de la Virgen, y teniamos muy presente lo que habiamos leido acerca de ella sobre este asunto del demonio burlon, y resolvimos empezar cuanto antes el trabajo, poniendo estas observaciones,

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