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4 TA a eS RE, ae 5 aha 4la Vitgen: ¥ media entre ellos un abrazo indisohible, como ‘el dé dos séres, que se asimilan con cuanta perféccion es propia de cada uno, y asimilandose, se aman, y amandose sé urién para no separarse jamais. Pero, véase al mismo tiem- po eSa economia inefable de la bondad de Dios para con esa ‘Virgen, y él modo admirable, como la pone en relacion con Jos hombres, sin alejarla de si, y Cohsigo mismo sin alejarla de los hombres. Es st naturaleza la misma que lade los demas hombres, y por consiguiente, esté en relacion con ellos; no hia sido envenenada con el virus de la culpa, que la natura- leza’ humana leva en su propagacion como un castigo, y se aleja de ellos. Es 8u inocencia y’su gracia tan sublime, que la pone en contacto cot la Santidad dé Dios; pero, esa ino- -cencia'y pureza reside en una ‘alma humana, y eso la pone en contacto con los hombres, quienés seran tambien Santos, aunque no Heguen jamas, ni al primer grado de su santidad: mas, la aléja de Dios, con cuya santidad infinita no puede compararse la suya, por grande 6 inefable que sea. 0 esto €s.un misterio, que se presta mas facilmente 4 ser considerado en ‘silencio, que examinado con las luces de __ la radon; pero, aunque no lo comprendanios, lo hallaremos en la armonfa mas ‘perfecta, con lo qué la razon misma inspi- ‘ta, déspues que Ia’ revelacion le ensefia cual es el destino temporal, para cuyo desempend Dios tenia predestinada ala Virgen. Hablaremos de este asunto ctiando describamios lo que es la persona de la Virgeti, contentandonos por ahora con décir dos cosas: primera, que ld distancia, que hay dé la Virgen 4 los demas sérés éspirituales y racionales, esta futt- dada ‘@n su pureza: y segunda, que esa pureza és un misterio inefable, que fué el ‘principio de la éxisténcia’ de la Virgen, y el cimiénto para fandar’ sobre él aquella dignidad miste- ridsa é incomprensible de la maternidad divina, todo lo que explica San Sofronio Jérosolimitano con el razonamiento si- ~ guiente, hablando ‘con Ja misma Virgen. «Otros hubo, dice, y no pocos, que florecieron antes qua ti, 6 Virgen; pero 4 nadie como 4 ti, se dié la plenitud-de la gracia; nadie tuvo tu bienaventuranza; nadie el ornamento rayos ve otros; Ia Virgen se acerca & Dios, Dios sé aproxi- — 1S ty Aa ii Nia id oe es a

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