BCCPAM000542-2-33p01d00000000

he Ke = a f KB 241 que enamora 4 Dios, hermosura cual conviene 4 Dios su Esposa, y su Hija; y nd solo es brillante como la luz, * sino mhas resplandeciente que la misma luz, pues sin ella, ni la uz, ni el cielo, ni todas las criaturas juntas tienen fuerza pa- ‘ra iluminar el'alma, 6 reconciliarla con Dios. Y si se la ve wivir escondida en lo mas reédndito™ del templo cuando. es una nifa tierna, es preciso saber, que esto era la consecuen- ° cia de llevar en silaimagen de su Hijo y. Salvador. Porque asi como el Sefior engendrado de ella, al conversar, con los hombres, tenia familiaridad con ellos y se ‘dejaba ver de to- dos, y en lo que pertenece 4 si “genéracion ¢eterna x natura- jeza divina permanecia invisible, ‘sin’ tener consorcio con los hombres, asi aquella Virgen, en quien Dios habia a hecho co- sis maravillosas, se mostraba visible é invisible. ‘En cuanto habia nacido de los hombres, ¥ fué Semejante4 nosotros, era "vista de muchos en su nifiez, y en lo restante de su vida, hasta que fué elevada 4 los cielos; pero, en cuanto tenia una virtud sobrehumana, y poseia una hermosura de. alma ¢ente- ramente nueva, la cual la enaltecia’tanto, que “podemos, de- cir que era como una divinidad terrestre, permanecia invi- ~* a los hombres casi siempre !. - Gran reflejo tienen estos dos cuadros, los cuales. se irra- aut mutuamente, porque son muy parecidos en sus Y lacio- ‘ne entte si, y con Dios y los hombres, Al. examinar 08, se comprende que este Hijo esta hecho para tal Madre, Y. ae esa Madre solo puede tener un Hijo como él y nada mas,Fl na- ceré de una hija del gran 4rbol, cual es la Virgen; mis, como la santidad es esencial 4 su naturaléza divina, como ha de ser engendrado en la naturaleza humana por obra del Espiritu Santo, es mas natural la santidad en esta naturaleza que lo es él respirar en el hombre. Ese Hijo de la Virgen tiene que ser santo, inocente y sin mancilla, y apartado de los pecadores, y subli- mado sobre los cielos *; mas, por cuanto es Hijo de la Virgen, oritinda del gran arbol, no discrepa de los hombres y es su % { Diy. Isid. Phessalonic., serm. de Presentat., n.° XI, XIV ct XXIV. 2 Hebr. cap. 7, v. 26. TOMO I, ‘ 16

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz