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16 elogunte es tan pronunciado, no gustando ya mu- o en general aquel de los antiguos,tan grave y majestuoso por su elocuencia y dialéctica. _ Hablando en esa obra de los desposorios de la Virgen, dice el autor que esta UWevaba pendien- tes y brazaletes de oro; sobre sus cabellos rubios y rizados una sencilla guirnalda de mirto; no Uevando rosas porque no estaba en los dias de primavera, y un velo do Sidon bordado de oro 6 plata, el cual ondeaba como una nube 4 su alrededor ‘. En el x ae 4%; 4 Es cierto que una joven puede adornarse con sobrie- dad, como dice San Pedro que lo hacian aquellas santas mu- geres que esperaban en Dios (1.* Petr., cap. 3, v. 5); pero por mas que sea costumbre entre las mugeres orientales, como lo hemos visto en la India, llevar sobre Su cuerpo muchas _ alhajas de oro y pedreria, no podemos persuadirnos de que la Virgen llevase guirnalda de mirto en su cabeza, aunque o fuese mas que por aborrecer, como hija de Abraham, todo lo que tuviese alguna semejanza con los adoradores os idolos, quienes ponian guirnaldas en sus frentes para - celebrar 4 sus dioses falsos; ni mucho menos podemos creer que fuese sobre sus cabellos rubios y rizados, pues precisa- sntetipchibe todo eso 4 las mugeres cristianas el Espiritu Santo por el mismo Apéstol con estas palabras: No sea su adorno por defuera con los rizos del cabello, ni con dijes de oro, ni gala de vestidos (v. 3.); lo que tambien reprueba S. ‘Pablo ‘cuando dice, que las mugeres se atavien con recato y modestia, y — no con los cabellos rizados, ni con oro 6 con perlas 6 adornos ~ costosos (1." ad Timot. cap. 2, v. 9). Y iqué! zhabia de hacer la Virgen ni una sola vez, ni aun en el dia de su triunfo en - Jerusalén, como llama el autor al de su boda, lo que repren- dia el Espiritu Santo? No, jamas. ~ Ademds, consérvase en Perusa el anillo de la Virgen, que hemos tenido el gusto de ver copiado exactamente, y e : Si 3 Ba: ee he a ae ae ae aa
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