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199 En las relaciones de Maria con Dios como Hijo, hay co- sas tan sublimes é inefables, que podemos decir de ellas, que son mejores para meditadas que para descritas. Basta decir, que desde que concibié del Espiritu Santo, contuvo en su seno al Hijo de Dios, al eterno, al inmenso, al infini- to; y desde ese instante entraron en competencia dos porten- tos: Dios, & quien no pueden abarcar los espacios, eritra en — las entrafias de la Virgen: esta que.es limitada, rodea dentro de si al Criador, al infinito. Al dar con estos prodigios, el alma queda como paralizada sin poder dar un paso en este horizonte inmenso de bellezas; pero crece mas la admiracion al fijar la mirada en Maria: porque uno no se admira tanto ‘de que Dios se entregue todo 4 la Virgen, como de ver que haya en ella capacidad para recibirlo y contenerlo dentro de si. Es la sabiduria de Dios, la omnipotencia de Dios, la pro- -videncia de Dios, la misericordia de Dios, lo que’ Maria en- cierra dentro de si; todo esto es eterno, inmenso € infinito; y al preguntar 4 nuestra razon si comprende cémo la cria- tura abarca al Criador, cémo lo limitado r al Infinito, no podemos menos de humillarnos, confesando que la Virgen es una region imexplorable, un objeto inefable para nuestra lengua, pero amable y encantador para nuestro corazon, _ Para examinar por tanto la naturaleza de estas relacio- nes que hay entre tal Hijo,y tal Madre, es mas ébvio con- templar los afectos maternales del corazon de esta; pues si bien son tan inefables: como la causa que los uce, los podemos rastrear por lo que vemos y palpamos en nuestras propias madres, aunque al fin nos veamos precisados 4 decir que intentamos conocer la luz por las tinieblas, las realida- des por las sombras. El gran resorte de las acciones de la Virgen es el amor: el amor de Dios, el cual, si bien fué siempre el mismo en su corazon, tuyo sin embargo dos periodos, uno que durd mientras fué Virgen, otro que empieza desde que, sin dejar de ser -Virgen, fué Madre. En aquel periodo, el amor de Maria era de una naturaleza desconocida 4 los angeles y 4 los hombres; pero tan pronto como concibié en sy seno al Hijo de Dios, empieza este amor 4 ser inefable y hasta

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