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183 modelo y arquetipo de todos los hombres perfectos, al hom- — bre mas que hombre, pues habria de ser Dios tambien. Lo que esos santos profetas vieron en lontananza, lo he- mos visto nosotros con toda claridad. Maria se dejé ver de los hombres, y se presenté & la humanidad teniendo un nifio en sus brazos, amamantandolo 4 su pecho, y cumpliendo con él todos los oficios de madre. No ha dicho ella 4 nadie, quién es ese hijo que ella ha concebido sin obra de varon, y dado 4 luz quedando Virgen; pero el portento’ de su mater- nidad divina no ha podido ocultarse por mucho tiempo: si los hombres se olvidan de lo que han dicho los angeles 4 los pastorcitos, precisamente en los momentos en que acababa de nacer el Hijo de Maria, de lo que han proclamado tres sdbios no mucho despues, y de lo que el ordculo divino ha pronunciado cuarenta dias mas tarde por los labios deun an- ciano bajo las bévedas del templo, el tiempo vendra 4 decir con toda claridad quién es el Nifio, que Maria tuvo en su — vientre, y 4 quien alimenté 4 sus castisimos pechos. Un pro- feta dira al pueblo todo que ha visto y tratado 4 Maria, que aquel Nifio era el cordero de Dios que quita los pecados del mundo, el que habia venido del cielo, el que habia de juz- gar 4 los hombres, el Hijo, por fin, de Dios, al cual su Padre no habia dado su espiritu con medida, pues de su plenitud y superabundancia habiamos de recibir nosotros su gracia '. Con estas palabras del Bautista estaba descorrido el velo . misterioso de la maternidad divina de Maria; y la Virgen humilde, que habia callado sus excelencias, la mugerrecata- da y modesta, que vivia en la despreciable ciudad del valle de Esdrelon, como si fuera una pobre aldeana, en hogar des- mantelado, y trabajando con sus manos para mantenerse, aparece revestida de una dignidad nueva y singular, cual es el ser la Madre del Mesias, la Madre del Hijo de Dios. ° -Compréndese por tanto por qué la simple enunciacion de esta Virgen portentosa de Isaias, de esta gran muger de Je- remias, y cuya descripcion hizo David asi como la de su Hi- 4 ' Joann. cap. 1, v. 16. Ys

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