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i eae Ae trimonio que entre el Libano y el mar Meditérraneo, y desde el Eufrates hasta. el Jordan, formaron sus ma- yores, y suyo tambien aquel cetro que empufaron David y Salomon,}y aquel trono de oro, ante cuyas creda ners su frente monarcas altivos, na- belicosas y pueblos fieles. Pero esta nifla no i 2 de tantas glorias sino para trasmitir- las por derecho hereditario al Hijo de Dios, cuando so haga hombre en su vientre virginal, entregan- doselfis como las ha recibido, y con las mismas con- diciones externas con que ella las posee. ; Qué grande é inefable aparecerd la bondad del -Sér divino, cuando reciba ‘de una criatura una natu- raleza, en la cual, sin dejar de ser Dios, sea almismo — tiempo hijo de David y de Abraham! Pero j qué su- blimidad y excelencia tendra esta Virgen, cuando dé al Hijo de Dios, que lo sera suyo , cuanto ella tiene por derecho de naturaleza, y lohaga, por solo engen- drarlo, hijo de Abraham, y heredero del trono de su padre David! Sera esta Virgen el lazo de oro, que una en un solo punto lo presente, lo pasado y lo fu- turo, el cielo con la tierra, 4 Dios con el hombre, el . tiempo con laeternidad, lo inmenso con lo limitado en el 6rden de las cosas invisibles; y en el de las visibles lo mas elevado, esplendente y honorifico de la sociedad humana, con lo que la misma sociedad reputa por vil y despreciable. Las. -generaciones de veinte siglos han ido acumulando glorias imperece- deras, que serdan Ia aureola de la Virgen, por cuya aparicion. suspiran; pero ella se las dara 4 su Hijo. — 'Tiene ella derecho 4 cien coronas, que han adornado - las sienes de sus abuelos: mas no quiere retenerlas,

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