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de los siglos, entraria en el mundo trayendo un peso inmenso de gloria, escondida bajo otro peso de hu- mildad tambien inmensa: y de este modo demostraba que nada es imposible al que en la diminuta se - fez de la naturaleza humana encerraba la inmensi- dad de la divina, y bajo el velo de apariencias viles y despreciables encubria las inmortales prerogati- vas del sacerdocio eterno, y los resplandores eternos de un principado sin principio ni fin. Para llenar cumplidamente estos designios de su infinita sabiduria, bastdbale a Dios la cooperacion de una Virgen, que viviria desconocida del mundo, y desnuda de cuanto concilia entre los mundanos la estimacion, pero que seria muy conocida en las regio- nes del empireo por sus relevantes virtudes, distin- guiéndose entre estas la humildad y la pureza. Un tiempo habia de llegar en que en una insignificante ciudad de la Galilea viviria una nifia, pobre por su traje y su morada, humilde por su conversacion y su-trato, y tenida por de baja estraccion por sus ta- reas; pero si-alguno quisiese investigar los anales de su genealogia, iria subiendo en linea recta, desde ella hasta’ aquellos: monarcas glorios6s y opulentos, — que por muchos s os se sentaron en el trono mas — grandioso del mundo, y sabria que por derecho he- reditario eran suyos aquellos escudosy blasones, que conquistaron para si y para sus herederos los reyes mas sabios y mas santos de la tierra. Suyas eran, en efecto, aquellas glorias que con tanta lealtad y bizarria se gano el patriarca Abraham; suyos los despojos que 4 las mérgenes del mar Rojo consiguié Israel ; swyos _ los triunfos del pueblo escogido; suyo el pingitie pa~ a

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