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E INSTRUCCION Tato Rompa. por todo respeto nuestra maldad. No haya lugar bi a nuestra luxuria. Las calles , las*casas , los campos , los jardines , los montes; Agros quoque , et solitudines meditaban-= tur, dice el Grande Augustino. ¿Pero el Tem= alo? Ni pensarlo. ¿La Casa de Dios? Primero mo- rir. En llegando á ese sagrado , eso no. Hay le guardaban la mayor yeneracion, Al Templo en- traban sin armas, y apénas se atrevian a tocar las paredes. De manera celaban los Judios el honor del Templo, que afirma Procopio (k): que quan- do Nicanor invadió á Judea , despues de la cauti- vidad de Babilonia > temiéron mucho los Israeli= tas. Pero ¿quí _temieron? No el que les talára los ] m $5 n 51 e E ¡e entrase á saco por sus casas 3 no y seropello de sus personas; no, nada de es- 40 les daba temor 5 solo los llenaba de terror el yer profanado el Santuario. Y vosotros Cristianos ¿no temeis? ¿No OS AVEL= gonzais? ¿No teneis allá Villitras Casas , vuestros paseos, vuestras tertulias? Si. Pues dexad libre si= o laEm de Dios como > as E inereg Bacon la ¿pon que tienen AqaPapas los Maniqueos. La de los Madcburgenses á sus Con- gregaciones , ni la de los Calvinistas 4 sus ador- nos; quando sabemos, que Dios inspiro su cons- truccion ¿que Cristo nuestro Bien zelo terriblemen=: te su decoro. Y aun los avergiienza un Gentil (4) Procopius 3. Regum cap, 14» 2

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