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VOPATÓLICA En pertinacia ser eg 10O del formidable rayo de una descomunion> que fulminó el Vaticano, se= «parándolo de la Santa Iglesia; y el que ió co- mo sol brillante Su carrera, al llegar al ocaso se transformó en cometa- funesto y herroroso. Vimos, en fin, precipitarse los Serafines , bastardear las inocends, y. no hay santidad segura , miéntras no sabe el hombre si es digno de amor , d de odio. ¿Y quién no temerá, si segun Isaias (d) hasta 4 la Humanidad de Cristo le: comprendió. el espiritu de temor de Dios? Et implevis cum: sp ritus timoris Dei. ¡Ob juicios ¿¡nexerutables de : Dios! ¡Qué rum- bos » al parecer, tan expuestos y peligrosos! ¿De- emos pues viendo tan inflexible aquella ;jus- ticia? No. Porque de otra parte nos alienta, y aun asegura la misericordia. ¿Nos -abandonaremos en los brazos de la misericordia: sin temor e la de Tampoco. Porque a la vana confianza FA Justicia: “Qui sine timore est, non poterit justificari. , dice el Eclesiástico. (e) Pues ¿que haremos? Tomar el camino medio. A pelar con temor á la misericordia , y temer la justicia con. esperanza , precioso don. del Espiritu Santo. Y aunque parecen extremos contrarios, no lo son ; ántes la prudencia cristiana hace que reci= procamente sirvan al alma para su rectitud : Qui timent Dominum , speraverunt in Dómino. (f) Los que temen esperan ;, porque són dos vallas que « .(d) Isaiz cap. 12. e) Eccles. cap. 1, Y. 28. 1) -Psalm, 113

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