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“CATÓLICA. 267 Ved aqui dos poderosos motivos, que nos ex= citan á asegurar por máxima por dónde y cómo habemos de dirigir el rumbo para scr salvos. El rigor de la Justicia Divina nos hace temer ; la benignidad y la misericordia nos da aliénto para esperar ¿ por qualquiera parte que nos desyiemos hay peligros. Porque si damos en el nimio ter- ror y rigidez nos induce al escila de una desesa peracion. Si mos dexamos llevar de la laxfdad , satisfaccion y anchura, hé aqui que nos precipita al carividis de una vana y necia confianza. Pues ¿que rumbo tomaremos? No hay otro , que guia- dos de la discrecion y de la Ley tomar un .me- dio.. Como el que anda por una maroma , sin declinar 4 ningun lado; porque todo este primor consiste en guardar el equilibrio. La esperanza y el temor son dos contrapesos , que sostienen el alma entre dos precipicios ; la presuncion y la sesperacion. Para esperar basta sábér , que la mi- scricordia de Dios es infinita. Para temer basta saber , que la perseverancia es un Don que á nin- guno le es debido, aunque se halle justo. Pues en- tre estos dos extremos andaremos seguros : ¿ntér utrimque securns , simbolizó Picinelo. (m) ¡Oh tre- menda justicia! ¡Quánto terror infundes! ¡Oh-bon- dad amorosa! ¡Quánta esperanza inspiras! Pero ¿quién no advierte aqui la providencia sá bia de Dios, despues que ños dio el libre alve- drío , viendo lo mal-que usan de el los hombres, para contenerlos en la carrera de su precipicio? (m) Picinelo Simb. Lib; 5. -cap. 254 num 75

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