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1 4 j j 1 | 15 1 Í AN ea do = (5 vida, propósitos y resoluciones, todo debe saberlo. Hasta los pensamientos más íntimos que tenemos, los castillos que hacemos en el aire; la forma y traza que les damos, todo debemos comunicárselo; pero sin afectación, sin minuciosidad escrupulosa, sino de ma- nera que él pueda formarse una idea clara y exacta de nuestra vida exterior y de nuestra condición in- terior. A esta franqueza debemos unir mucha doci- lidad para obedecerle en todo lo que nos prescriba referente á nuestro aprovechamiento espiritual. Es- ta obediencia debe ser sobrenatural, mirando á Dios en el director, aunque éste quiera probarnos, aunque nos mortifique y parezca que no nos atiende. Esto, además del mérito que trae consigo, nos dará paz in- terior y seguridad en nuestro camino. En la mudanza de director se cometen las mismas exageraciones que dije arriba. Unos opinan que nose debemudar nunca; otros, que se puede mudar fácil- mente. Ambos extremos me parecen viciosos, y entre ellos creo que se halla la verdad. En general, se pue- de afirmar que la mudanza de director es un mal, aunque, como es sabido, no hay regla sin excepción. De todas maneras, es un paso muy serio, muy graye muy transcendental; tanto, que cuando es preciso darlo, shele Dios ilaminarnos con luces extraordina- rias. ESto'se entiende cuando el director fué elegido con deliberación, prudencia y consultándolo con Dios; que cuando no hubo esto no se debe tener tan- ta dificultad en cambiarlo. En este cambio se puede errar por el solo hecho de hacerlo, por dejarlo de hacer; y por hacerlo demasiado pronto; ó demasiado tarde. Por solo hacerlo, si el director es bueno, nos aproyechasu doctrina y lo abandonamos por capri- cho óligereza. Por dejarlo de hacer, si vemos que, á pesar de nuestros buenos deseos, nada adelantamos, y que en esta falta de adelanto tiene él mucha parte; pero como en esto puede haber ilusiones y engaños del amor propio, te aconsejo que no hagas tal mu-