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57 esas cosas juntas no son más queincentivos de ambi- ción, quebraderos de cabeza, causas de mil disgustos, y lo que es más doloroso, obstáculos para ir al cielo, como lo dijo muchas veces nuestro Divino Salvador ¿Y es posible, Teófila mía, que tu generoso corazón se apegueá cosas tan miserables? ¿Es posible que ese inmenso vacío queen él sientes, lo pretendas llenar con los bienes perecederos de este mundo? No tengo miedo de que tal cosa suceda, y así, pasemos ade- lante. Honor, gloria, honra; ¿Sabes tú lo que esto signifi- ca? ¿Sabes en qué consiste esa loca vanidad del hom- bre? Ciertamente que no; porque las criaturas ponen su honra en cosas tan varias y fútiles que harían reir, si no fueran dignas de llanto y menosprecio. Este pone su honra en las riquezas, el otro en un título que posee, aquél en cuatro tonterías que estudió, ese en meter mucho ruido,y elde más allá en ser tenido y estimado. Asíandan los hombres, como las arañas (según la magnífica comparación del Real Profeta), desentrañándose para fabricar una red que sólo les sirve para cazar moscas: y á lo mejor, cuando laaraña está más engreída y á punto decoger su presa, viene un poco de viento fuerte, y red, cazador y presa ya todo rodando por tierra. Sí; que de este modo suele pagar el mundo al que le sirye! Es verdad que tú no Pones tu gloria en esas cosas, según me dices; sino sólo en parecer bien y ser apreciada. Al fin mujer, y antes dejarías de serlo, que dejar de querer parecer bien y agradará todos. Pues á esto notengo que opo- ner más que esta sentencia del Apóstol: «Si yo pre- tendiera agradar á los hombres, ya no sería siervo de Cristo.» Con que si tú quieres ser lo que preten- des, no sólo discípula, sino esposa de Jesucristo, es preciso que combatas ese vano prurito de agradar á los demás. Basta que le agrades á El sólo, y cuando lo hubieres conseguido, considérate dichosa, Diversiones y placeres. Este es el lazo más seductor
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