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53 ción del mundo á más que desear la desaparición de la virtud sobre la tierra? ¿Puede subir su degrada- ción y envilecimiento á más alto punto que á pre- tender queseatenida la virtud por afrenta y deshon- ra, siendo ella la única cosa que hay digna de honra en la tierra y el cielo? ¿Y harás tú caso de ese ente despreciable? ¡No! y mil veces no! Pues, si tan horrible es el Fespeto humano por lo que nos aparta dela virtud, no lo es menos, cuando, revistiendo otro carácter, se transforma en deseo de agradar. Nada más lastimoso que un alma piadosa que obra por contentar al mundo. Entonces sus bue- nas obras, en vez de estar informadas por la gracia, están informadas por elrespeto humano, que destru- ye en ellas el elemento sobrenatural y las priva de merecimientos. Como falta la rectitud de intención, carecen las buenas obras de la parte más substancial. Mejor dicho: son buenas las obras sólo en la aparien- cia, y malas en la realidad. Se parecen á esas manza- nas que presentan por de fuera un color hermoso, y por dentro están comidas de gusanos. Lo substan- cial de nuestras acciones es el fin con que se hacen; y cuando este fin es tan bajo y terrenal comoel de agra- dar al hombre, la acción pierde toda su espirituali- dad y mérito. Y lo peor es que cuando el respeto hu- mano sefamiliariza con una persona devota, vicia por completo todas sus obras. Observa á una persona de estas en su casa, en-la calle, en la tertulia, en la igle- sia, en todas partes, y siempre la verás obrar inconsi- deradamente. El respeto humano se le convierte en una distracción habitual que le acompaña en el rezo, en la meditación, en el examen y en todos los ejerci- cios espirituales. Un alma en este estado es árbol sin fruto, semejante á la hicuera del Evangelio, maldeci- da por Cristo, mandada cortar y ser echada al fuego eterno (1). l Luc. xt, 5.

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