BCCPAM000540-5-09000000000000
46 ande, y Peas s le da un beso en la frente, porque de- seó indar y anduvo con la ayuda de su mano (1). Esta ten ia radical de nuestra naturaleza para obrar cria sin el auxilio de la gracia, debe causar en nosotros una profunda desconfianza de nosotros mismos; sobre la zanja de esta profundí- sima desconfianza hemos de echar los cimientos de la confianza en Dios, y sobre este sólido fundamento levantaremos el vrandiosó edificio de nuestra santi- ficación. La desconfianza de nosotros mismos es tan necesaria para nuestro arribo á la perfección, como los cimientos para levantar una casa en terreno mo- vedizo; y á pesar de eso, es tal la corrupción de nuestra naturaleza, que nos es harto difícil en la práctica persuardirnos que nada valemos, que nada podemos, que nada somos. Esta desconfianza es un don del cielo, don que no tiene cabida en un corazón presuntnoso, y por eso el Señor no suele concederlo, sino después que el alma con muchas tentaciones y frecuentes recaídas en cosas pequeñ: as, ha conocido su impotencia y nulidad. Reconócela, pues, con prontitud, oh cara Teófila, considerando nuestra nada y la vileza de nuestro origen; y piídela al Señor humildemente, porque El ha prometido no negarsus dones al que con humildad se ra pida. Aunque estemos persuadidos d de que por nosotros mismos no tenemos ni fuerza ni armas para pelear contra nuestros enemigos, no por eso hemos de desmayar; sinoal contrario, poner nuestra esperanza en Dios y salir al combate confiando en su gracia, que El nos dará la yictoria. No hay cosa más reco- mend: ada en toda la Escritura divina que esta con- fianza en Dios. Además de decirnos San Pablo que Dios no permitiri áque seamos tentados sobre nuestras fuerzas, añade que Dios nos proveerá de gracia para Donoso.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz