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tiene semejante, varón simple, recto, temeroso de Dios, aborrecedor del mal y guardador de su inocencia? Y eso que tú me has incitado contra él, para que yo le atribulasesin merecerlo. A lo cual respondió Satanás: —Piel por piel; y todo loque tiene el hombre lo dará de buena gana por conservar su vida; y si no, tócale en su cuerpo y + de te desprecia cara á cara. —Anda, miserable. le dijo Dios: en tu mano está; haz de él lo que quieras, con tal que no le quitesia vida. Y Satanás salió de la presencia de Dios,éhirió alsan- to Job con una úlcera horrible desde los pies á la ca- beza, de suerte que echado de su casa y sentado en un muladar se raía la podre con un casco de teja. Sin em- bargo, Job no cesaba de bendecir á Dios, y cuando su mujer lezahería diciéndole: —Sí, estulto, ¡alaba á Dios, y muérete! !élno sabía más re spueste a que ésta: —S1 re- cibimos de Dios los bienes, ¿por qué no hemos de re- cibir los males? Respuesta sublime, que le alcanzó victoria del demonio, le libró de sus males, y le res- tituyó á un estado de grandeza mucho me yyor del que antes tenía. Esta historia, amada Teófila, sin necesidad de co- mentarios, fija sus límites al poder de Satanás, y deja al de Dios en toda su inmensidad. El demonio, pues, no es un rival de Dios, sino una miserable criatura suya, de quien Él se vale para probar la fidelidad de sus siervos y darles la corona. Es ciertamente ene- migo del hombre, y quisier: aque nadie se salvara, ni gozara las delicias que é31 perdió; pero para lograrlo no tiene más atribuciones que las que Dios le per- mite; y Dios, ha dicho el Apóstol, es fiel, y no per- mitirá que nadie sea tentado sobre sus fuerzas. ¿A qué viene, pues, el espanto que en la tuya me mos- trabas? Ya ves qué carece de fundamento: y mead- mira, que habiendo leído en las vidas de los Santos las horribles tentaciones que sufr Ían, no leyeras tam- bién la facilidad con que se deshacían de ellas y la burla que hacían del demonio. Lo que más te espan-