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34 pues, que no quieres pelear, porque en el mismo ins- tante que me lo dices estás peleando en las filas de Sa- tanás. Ni afirmes que quieres ser indiferente, porque tu indiferencia. es un dardo encendido, arrojado al pecho del Salvador. El que no está conmigo está con- tra má. Aquí madie puede ser neutral; porque la nen- tralidad es un arma poderosa puesta en mano de los enemigos de Cristo. No te canses, pues, en buscar asilo seguro contra los azares y peligros de esta guerra, porque te cansas vanamente. Esta guerra se dilata tanto como el espa- cio y se prolonga tanto;como el tiempo. En la tierra llega de mar á mar, en el mar, de continente á conti- nente, en el mundo desde un polo al otro polo,sy en los tiempos, desde el principio hasta el fin. Sólo en la eternidad, patria de los justos, podemos hallar des- canso, porque allí cesa el combate. Pero aquellas puer- tas eternales no se abren, si no se muestran antes las heridas recibidas en la batalla,y los despojos quita- dos al enemigo (Donoso Cortés). No te digo esto, cara Teófila, para arredrarte, sino para animarte, pues conozco tu ánimo esforzado y va- leroso corazón. No hago más que presentar á tus ojos el espectáculo de la perpetua lucha á4 que está conde- nado el mundo (1), y en la que todos tomamos parte necesariamente. De un lado está Cristo, el ungido del Señor, con sus ejércitos de Angeles, sus escuadrone de Mártires sus compañías de Vírgenes inocentes y sus batallones de justos. Del otro, está Luzbel con sus tropas infernales y sus perversos aliados, mundo y carne. La lucha está entablada hace muchos siglos, y has de tomar parte en ella por necesidad. Mira pues, 4 qué lado quieres inclinarte, sin perder de yis- ta que en este y en el otro mundo, la victoria será in- dudablemente de la hueste poderosa que capitanes 1 Ecl. xxx11, 15,

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