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7 gunto yo ahora; ¿la santidad en Dios, á nuestro mo- do de entender, es su pg ia, suinmensidad, su presciencia, su eternidad ó su sabiduría? No! la santi- dad en Dios es el amor eterno de su Ser infinito. Este es el acto santísimo por esencia, el acto constituyen- te de la santidad de Dios, si es lícito expresarnos así; y fuera de él nada se concibe q 7 pueda ser funda- mento del orden moral. Más allá de esto no se alcan- za nada; fuera de esto no encuentra la inteligencia terreno sólido donde apoyarse; y más puro que esto nada concibe el entendimiento humano. ¿Concebimos acaso algo más recto, algo más puro, algo más santo ni más conforme á razón, que el amor de un ser infi- nito en per fecciones? El amor ha de tener un ser á quien dirigirse, porque la nada no es amable; ha de tener por objeto algún bien, porque el mal nadie lo ama: habiendo, pues, un sujeto que enc ierra en si el Ser infinito y la bondad por esencia, ¿se concibe algo más digno deamor? ? ¿alcanza el hombre algo más búe- no, más justo ni más santo que este amor mismo? No, por cierto! El amor que Dios tiene 4 su ser infinito es la moral viviente, la santidad esencial, absoluta y ne- cesaria; luego la santidad del hombre no puede ser otra cosa que la participación de este amor, y por consiguiente, cuanto más de él participe, será más santo y más perfecto. Y advierte que en el amor que Dios se tiene á sí mismo, va incluído el amor del or- den moral establecido por él; y que por tanto, infrin- giendo la criatura este orden, no/ama á Dios, puesto que obra contra lo que Dios ama: pero observándolo, conforma su voluntad con la divina, y se une á ella por amor, en locual, como hemos dicho, consiste la perfección. Ahora podemos responder directamen- te á la pregunta ¿en qué consiste la perfección cristia- na? con esta breve fórmula: Consista en la total con- formidad con la voluntad divina, mediante el amor. Más breve: en amar á Dios, y mientras más amor se le tenga, más santidad, más perfección.

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