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21 quienes dijo el mismo Señor: «¡No os conozco! ¡Ale- jáos de mí!» Con esta piedra de toque se prueban á sí mismo los siervos de Dios. Así lo hacía el dolorido Job, cuando dejaba escapar desus labios este sublime lamento: «Todos los días que paso en este mundo es- pero la muerte, que ha de darme la inmortalidad. Tú me llamarás, Señor, y yo te responderé; yo acu- diré á tu yoz y me presentaré á Tí, cuando me quieras llamar.» (1) Pues hagámoslo así nosotros; probémo- nos á menudo con esta piedra de toque, y sabremos siadelantamos ó no en la virtud. Ya están satisfechos tus deseos, apreciada Teófila; ya tienes aquí seis señales de aprovechamiento, nin- guna de las cuales excede á tu capacidad: y advierte que no es necesario que las tengas todas; basta que siquiera tengas una ó dos: que esto es suficiente pare conocer que estamos vivos, que la gracia nos anima y que vamos adelantando algo en nuestro camino. Pe- ro no por eso has de creer que ya está todo en regla dentro de nosotros, 6 que nos hemos internado en el desierto espiritual, que todavía hay mucho que andar. Como la petición que me hacías en la tuya era justa, héte respondido á ella directamente: porque en hecho de verdad, el deseo de saber el estado en que nos ha- llamos, y el progreso que hacemos en la perfección, noes malo, ni siquiera imperfecto, con tal que no sea desordenado; pero siempre es peligroso este deseo cuando es exceslyo. Además quiero que sepas que por más que te afa- nes, no podrás nunca adquirir un conocimiento exac- to de tu aprovechamiento espiritual, porque á esto se opone el amor propio, que exagera extremadamente e] poco bien que hacemos; y la gracia, que obra por lo general de un modo oculto, sin darnos cuenta de sus íntimas-operaciones. Y no sólo no podemos saber á punto fijo el progreso que hacemos en la virtud, sino 1) Job, 14,

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