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20 ca viveza; al paso que hay muchas sin atractivo parti- lar, y no pocas que lo tienen universal para todo lo bueno. Lo que conviene en este punto es que el alma $a conozca á sí misma, se examine con dilicvencia y humildad, adquiriendo por este medio, y por el dic- támen de su director, la certeza de que este atractivo procede de D:os; porque muchas veces puede proceder de la susceptibilidad natural, de la educación, de complexión delicada, de otras causas menos buenas; y entonces dicho se está que no es ni puede ser signo de aprovechamiento espiritual. Finalmente, como este atractivo no es ni universal ni indispensable, no debes tyurbarte si te faltare; pero si lo sientes en tu alma, y tienes la carteza de que procede de Dios, dále gracias por este banefisio, y séle fiel, que sin duda alguna Dios quiere elevarte por este medio á la per- fección. La última señal que voy á darte del progreso en la virtud, es inequívoca, certísima, infalible en cuanto pueden serlo los signos de que el hombre se vale en esta vida. Es la piedra de toque de la perfección, y consiste en estar aparcibidos y siempre á punto pa- ra responder á Dios en cualquier tiempo y ocasión que nos llame. Si esperamos la muerte con ánimo tranquilo y reposado; si estamos dispuestos á dejar este mundo sombrío y esta vida engañosa, para pasar de repente á la región de las delicias y á la vida yer- dadera; si tenemos nuestras cuentas ajustadas, siem- pre á punto para responder al Señor en el momento que se diene llamarnos, buena señal, Teófila; no he- mos adelantado poco en la senda de la perfección cristiana. Entonces nos parecemos al siervo fiel de quien dice el Salvador: «Bienaventurado el siervo que cuando su Señor llamare, le halle vigilando y dispuesto á darle cuenta.» (1) Delo contrario, nos pa- recemos á las vírgenes imprudentes y dormilonas á 1) Math. 24,
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