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19 lantamos, y tal prueba, queel gran San Antonio hacía consistir en estola perfección. En una ocasión le roga- ron sus monjes que les diera algunos documentos espirituales, y empezó por aquísu razonamiento: «Na- die se canse ni desfallezca en el viaje que ha emprendi- do; y el que quiera darle dichoso término, haga cuen- ta que cada día empieza de nuevo á caminar.» (1) Pero esto no quiere decir que cada día hemos de hacer nue- vas devociones, ni practicar nuevo método de oración, ni nuevas mortificaciones, ni nuevas fórmulas en el rezo, ni nada nuevo en este sentido. Lo que quiere decir, es que dejándonos de nuevas prácticas y con- cretándonos á las ya adoptadas ó prescritas por el di- rector, hagamos nuevos esfuerzos por cumplirlas con fidelidad, renovando cada día nuestro fervor y nues- tra intención de hacerlo todo por la gloria de Dios, Eso es lo que quería decir el Profeta cuando exclama- ba: «¡Ahora empiezo, ahora empiezo á servir á Dios!» La quinta señal de que vamos progresando en vir- tud, es la que llaman los doctores místicos atractivo espiritual; y consiste en una convicción profunda de que Dios quiere de nosotros algo particular. Es una especie de inspiración constante por medio de la cual conocemos que Dios nos quiere llevar por un camino más bien que por otro. Unos sienten atractivo hacia los pobres, otros hacia la soledad, otros hacia las obras de caridad, otros hacia la penitencia, otros á ciertas prácticas de virtud, otros á la extinción de cierto de- fecto característico y otros hacia la conversión ó direc- ción de las almas; de modo que este atractivo es una especie de vocación continua que nos indica lo que Dios quiere actualmente de nosotros. Hay almas que tienen un atractivo perseverante toda su vida, y en otras varía según las circunstancias; unas lo tienen muy sensible, casiirresistible; otf'as lo sienten con po- (1) Nullo in arrepto propositi vigore las escere: etc. San Ata- hasio in ejus vita. CARTAS Á TEÓFILA