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á la cumbre de la perfección; nunca está satisfecho de lo que hace por Dios, sino al contrario, siempre des- contento de sí mismo, cree que debe ser más bueno, y asi trabaja por ir de bien á mejor.» Sí amada Teófila; el descontento de nuestro presente estado, la persua- sión íntima de que debemos ser más buenos y hacer por Dios algo más de lo que hacemos, es Otra gran señal de que vamos bien en nuestro viaje. Si olyida- dos del camino que hemos recorrido y de las fatigas que hemos pasado, y descontentos de todo eso pone- mos los ojos en lo que nos falta, persuadidos de que debemos hacer algo más por Dios, entonces podemos contarnos entre las almas dichosas y favorecidas del Señor. ¡Dichoso,dice San Jerónimo, el que olvidado de lo que hizo ayer, sólo piensa en lo que hará hoy por su Dios! (1). Pero es de notar que este desconten- to de que voy tratando, debe ser humilde y tranqui- lo; porque si nos causa inquietud interior ó nos turba en nuestros ejercicios espirituales, no es buena señal. Para -que lo sea, debe nacer de un vivo agradeci- miento hacia Dios por las muchas mercedes que nos ha dispensado su mano bienhechora, y estar acom- pañado de cierto rubor y confusión de nosotros mis- mos, por no haber correspondido fielmente á esas gracias, ni habernos aprovechado de tan divinos fa- vores. Este agradecimiento y esta humilde confusión causa el descontento de lo poco que hacemos por Dios, y la persuasión de que debemos hacer más y mejor, lo cual es una prueba evidente de que vamos adelante en el camino empezado. El Real profeta nos da otra señal de nuestro apro- vecrhamiento en estas dos palabras del salmo 76: Nunc cepi: ahora empiezo. Tal yez te parezca esto extraño, Teófila; pero es una gran verdad: el estar comenzando siemprede nuevo, el hacer cada día nue- vos esfuerzos por adelantar, esuna prueba de queade- (1) Sup. Ps]. 83.
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