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306 su Madre Inmaculada la Reina de todos los Santos, la santidad y la perfección cristiana han de estar bajo el dominio de su cetro, bajo su glorioso protectorado; y prescindiendo de Ella, es imposible: llegará las altas regiones de la santidad. Esto fué lo que dió mar- gen á que te hablara de la devoción á nuestra dulce Madre, considerándola como medio indispensable para nuestra santificación. La falta de correspondencia á las inspiraciones de la gracia y á ciertos sentimientos de contrición que Dios nos comunica, constituye otro obstáculo para nuestra santificación, lo mismo que los quehaceres ú cuidados excesivos y la ociosidad ó pereza de espiritu; y sobre estos tres puntos te escribí otras tantas cartas poniendo ante tus ojos la doctrina y ejemplos de al- gunos Santos, en especial de San Francisco de Sales. Pero el mayor de todos los impedimentos, la gan- grena de la vida espiritual, por decirlo así, es lo que llaman los místicos el espíritu humano, el cual pode- mos considerarlo como cuarto enemigo del alma (según decías), por la guerra no interrumpida que nos hace y los males horribles que nos causa, mez- clándose insensiblemente en nuestras buenas obras. Para que no te dejaras engañar de él, te descubri las señales y caracteres de ese mal espíritu, con los me- dios para vencerlo y destruirlo, entre los cuales el más especial es la rectitud y pureza de intención en nues- tras buenas obras, porque con sus efectos admirables contrarresta la perniciosa influencia del espíritu humano. Después de esto nos ocupamos en resolyer el pro- blema de los favores sobrenaturales que Dios hace 4 lasalmas, deteniéndonosen averiguarsieslícitoó noel procurarlos. Distinguimos esos favores en ordinarios y extraordinarios, y probamos que es tan errado me- nospreciar los primeros, como temerario y arriesga- do buscar los segundos; y también te dije el modo de portarnos con esas mercedes divinas para aprove-
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