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Terminando este asunto, comenzamos á tratar de las cosas que ayudan á la perfección, y pusimos en primer lugar la mortificación, tanto interior como exterior, manifestándote la necesidad que de ella te- nemos, su conveniencia, su dignidad, sus dificultades, sus frutos y provechos, las objeciones fútiles que suele hacer el mundo contra las prácticas de morti- ficación corporal. Y para que no cayeras en un ex- tremo peligroso, te hablé de un errorjansenista sobre esta materia, probándote hasta donde supe, que la gracia se acomoda de ordinario á la naturaleza. Mas como el fenómeno de las tentaciones atormen- ta tanto á las almas que se dedican ála virtud, mefué preciso hablarte do ellas, manifestándote su natura- leza, objeto y fin que Dios se propone al permitirlas; su valor 6 importancia real por los bienes que traen al alma, y sus peligros por los males que pueden cau- sarle. Y parano dejar incompleta la materia, te des- cubriel triple origen denuestras tentaciones y la ma- nera de combatir las impuras, que son las más fasti- diosas, animando tu confianza, por hacerte yer que ellas no son un combate aislado entre el alma y el demonio, sino un combate en que Dios toma parte, ayudándonos á vencerlas. Volviendo á_los medios que nos ayudan á progresar en la senda de la virtud, te hablé de la lectura espiritual y de los grandes bie- nes que trae al alma, enseñándote el modo de hacerla con provecho, según la doctrina de los Santos. Y para que tus deseos de perfección nofueran vanos, ni inútiles tus esfuerzos paraextinguir las faliagata.9s- cribí sobre el exámen particular, como metio eficaz para destruir nuestros defectos, y te expliqué la ma- nera de practicarlo con fruto. Mas como no basta practicar los medios que nos sirven para adquirir la perfección, si no apartamos de nosotros las cosas que laimpiden óla dañan, tuve ne- cesidad de hablarte sobre la pasión dominante, ori- gen y causa de muchas y grandes caídas, para ense-

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