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A A A 300 del amor ante su tabernáculo, aunque sea tomándo- las de aquellas que confió en depósito áun padre ó á una madre? Pero en fin, contestemos á otra objeción de los bufos del mundo. ¿Qué.hace una monja toda su vida detrás de unas rejas gangueando latines? ¿Para qué las quiere Dios encerradas entre cuatro paredes? ¡Singular objeción, tan singular como necia! ¿Para qué quiere el Altísimo suspendida .en los espacios esa multitud de astros que apenas podemos divisar des- de la tierra? ¿Para qué hace crecer las plantas más hermosas en las desiértas campiñas ó en los montes solitarios, lejos de las miradas del hombre? ¿Para qué cría el diamante en las entrañas de la tierra y no colgando de las flores, como perlas de rocío? ¿Po- dréis penetrar estos misterios de la naturaleza? ¿Y pretendéis comprender los arcanos misteriosos de la gracia? ¿Y preguntáis sarcásticamente qué hacen las religiosas detras de unas rejas? ¿Por qué no pregun- táis tambión, que es lo que hacen los ángeles que contemplan extáticos de amor las maravillas del Eterno? ¿Qué es lo que hace la flor del campo y el lirio de los valles, esparciendo su aroma entre riscos y breñas nunca hollados por la planta humana? ¿Qué es lo que hacen á su vez esas estrellas suspendi- das en la bóveda azulada, cual si fueran lámparas de la creación? Pues lo que hacen las estrellas en el espacio, y las flores en el prado y los ángeles en el cielo, eso mismo hace la religiosa en su retiro santo, tras la reja que la separa del mundo profano; alaban sirven 4 Dios, como Dios quiere ser alabado y ser- vido, y detienen su brazo para que no castigue á los pueblos culpables. Esto sin contar para nada los in- apreciables servicios que prestan á la humanidad doliente las Hermanitas de los Pobres, las Terciarias Franciscanas, las Hijas de San Vicente, y otras mil religiosas que el mundo incréd ulo y egoísta no pue- de mirar, sin que se le caigan los ojos de vergúenza, á
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