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17 adagio, «el que mucho abarca poco aprieta,» y es una verdad. Habrá alguno, como dice el Padre Rodríguez, que en la oración de la mañana propondrá: «Hoy. he de ser un santo: no lie de ser soberbio en nada; no me enfadaré con nadie, ni perderé la presencia de Dios, ni dejaré pasar ocasión en que pueda mortificarme, y he de guardar silencio todo el día.» Mucho me temo que ni guardaréis silencio, ni os mortificaréis, ni andaréis en la presencia de Dios, ni dej'aréis, de en- fadaros y ensoberbeceros. ¿Sabéis por qué? Porque habéis abarcado mucho, y asímo se adelanta en la vida espiritual. Tratad de extirpar un vicio solo ó ad- quirir una virtud particular, y ser constantes hasta conseguirlo; así es como se progresa en el camino de la perfección. Aquí viene de molde lo que cuen an nuestras crónicas antiguas (1) del bienaventurado Fr, Junípero, compañero de nuestro seráfico Patriar- ca. Quiso adquirir la yirtud del silencio y recogi- miento, y empezó un día por no decir palabra ociosa en honor del Padre Eterno; el segundo por no hablar más de lo necesario en honor de Jesucristo; el tercero guardó el mismo silencio y recogimiento por reveren- cia del Espíritu Santo; el cuarto por amor de la Vtr- gen Santísima, y así discurrió por todos los santos de su devoción, guardando perpétuo silencio por espa- cio de seis meses, con lo cual-adquirió aquel recogi- miento y aquella virtud tan especial que leemos «en su vida. Así es, cara Teófila, cómo se alcanza la per- fección. Pero como pienso tocar este mismo punto en otra ocasión, me reservo para entonces lo que ahora omito, por no hacer digresiones en el asunto que va- mos tratando. La tercera señal de que vamos adelantando en nuestro camino, nos la da San Bernardo en estas pa- labras (2): «El varón justo nunca.cree que ha llegado (1) Lib. vr, cap. 38, (2) Ept. 258.

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