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ro que convierta muchas almas consu predicación, lo cual no sucede, porque él no fué religioso á causa de que sus padres se lo impidieron: ó bien que tiene destinada á una joven á ser otra Teresa de Jesús, heroína de los claustros, quecon su oración lleve al cielo muchas almas, lo cual no se verifica por la opo- sición que le hicieron en su casa; los causantes de ese mal, ¿qué responderán al Juez Eterno cuando Este les diga: «Ingratos y rebeldes á mi voluntad! diez mil almas iban á salvarse por la predicación detu hijo ó por las oraciones de tu hija que hubieran sido reli- giosos, si tú no se lo hubieras impedido; ahora esas almas están condenadas por tu causa, y si el que es causa deque un alma se condene ó pierda, pagará con la suya, tú que eres causa de la perdición de tantas, ¿con qué vás á pagar? ¿Qué descargo darán á esta pregunta? ¿Y quién podrá quitarles de encima la sentencia de condenación? Y lo peor es, que se expo- nen á que también secondenen sus hijos, y que ten- gan que repetir en el infierno por toda la eternidad estas tristes palabras de San Bernardo: «¡Oh padre duro y madre cruel!... prefirieron que sus hijos nos condenáramos con ellos, á que reinemos sin ellos en el cielo!» Aquí suele hacerse una objeción muy especiosa, y es la siguiente: El es hijo único, su padre tiene mu- cha edad, y no debe dejarlo ir. Ella es sola en su casa, su madre está siempre achacosa, su padre está hecho un viejo, es una crueldad abandonarlos para meterse en un convento. ¡No faltaba más! ¿qué diría el mun- do?—Vamos á cuentas. ¿Qué diría el mundo, si ese joven ó esa doncella se casaran? ¿La vejez, -achaques 6 enfermedad de sus padres, serían un obstáculo ra- zonable para que contrajeran matrimonio y formara familia aparte? ¿No? pues entonces lícitamente pue- de marcharse al claustro,con toda tranquilidad, diga el mundo lo que quiera. Por el contrario, ¿faltaría á la obligación que tiene de asistir á sus padres, toman-