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temerosas de Dios; esas y menores cosas bastan á yeces para trocar un alma, entibiar su corazón y ha- cerla perder la vocación religiosa. Por lo tanto, reco- gimiento, cara Teófila; apártate de toda compañía que pueda servirte de tropiezo Ó cerrarte el paso para que no vayas á donde Dios te llama. Y para que esto no te acontezca, te encargo mucho sigilo, que este es el mejor de todos los medios para conservar la vocación; ella es como ciertas materias 6 ingredientes inflamables, que sólo arden cuando están comprimidos, y dejan de arder cuando se dilatan y ex- pansionan en el aire. Y si me preguntas que á quien has de ocultarle cuidadosamente el secreto de la yoca- ción, diré que á todos en general, á los parientes en particular, y singularmente á los padres, por buenos que sean, porque la carne y sangre suelen hacer su oficio y oponerse á una separación como esa. Por esto aconsejan los santos que no se consulte la vocación con los padres, nise les pida consejo para ponerla por obra hasta el momento mismo en que tenga uno que valerse de ellos, haciéndolo en este caso con energía, sin ceder un ápice en el terreno de las resoluciones prácticas. Y si ellos se oponen tenazmente, hay que saltar por encima de todo, porque obligación nuestra es obedecer al Criador antes que á las criaturas, aun- que sean padres. Esta fué mi norma de conducta cuan- do me llamó el Señor, y me fué muy bien con ella, Los pasos que daba en este punto los oculté siempre á mis padres (los cuales no se reirán poco si llegan á leer esto), y se los oculté á pesar de conocer que no se oponían en poco ni en muchoá mis designios; y se los oculté á pesar de las quejas que me daban por ello, resuelto siempre á saltarme por la tapia si me cerra- ban la puerta; y el resultado que me dió á la yista está. Por eso, si te sientes con vocación y no quieres per- derla habla de ella sólo con tus confesores ó director; huye del mundo; entrégate á la oración y guárdate
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