BCCPAM000540-5-09000000000000

16 vida espiritual. Mas, para que no te alucines, toman- do por señal de aprovechamiento lo que no lo es, te advierto que este deseo no es tal, si de algún modo no desciende á la práctica. Dios nos lo da únicamente pa- ra que caminemos y aprovechemos en virtud; y por consiguiente, si nos limitamos á sentirlo en nuestra alma, dejándole ocioso, lejos de ser un signo de ade- lanto, lo será deretroceso. Para que este deseosea señal inequívoca de progreso espiritual, debe ser incompa- tible con la pereza y la tibieza. En la vida devota hay que comenzar por no ser tibio; y si este deseo no aleja de nosotros la tibieza, cuando él nos abandone, nos dejará seguramente en un estado mucho peor de aquel en que estábamos, cuando empezamos á sentir- lo. Así, pues, para estar seguros de que nuestros de- seos de perfeeción son un signo de apróvechamiento espiritual, debemos reducirlos ála práctica por medio de la oración, de la mortificación y de otros mil me- dios de santificación que tenemos, Sólo así se cumpli- rán en nosotros las palabras de Jesucristo: «Bien- ayenturados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.» La segunda señal de nuestro aprovechamiento es- piritual, aplicación y consecuencia de la anterior, es, según doctrina de N. S. D. San Buenaventura el pro- ponernos en nuestras devociones y ejercicios espiri- tuales un objeto particular y concreto: como, por ejemplo, vencer algún afecto que domine nuestro corazón, no cometer ninguna falta que desedifica á los. demás, adquirir aquella virtud que más falta nos hace, Ó acostumbrarnos á una mortificación especial. Cualquiera cosa de estas que hagamos, es una prueba de que Dios nos asiste y de que marchamos animosos por la senda de la yirtud. Y esto, además de ser una señal de adelanto, es también un medio eficaz para aprovechar en virtud. Poco ó ningún progreso haría- mos, si obráramos de una manera vaga y general, sin proponernos un fin determinado; porque, según el