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339 inclinación natural al estado religioso sea señal cier- ta de vocación. Aquí se ha de notar que los defectos morales ha- cen muy dudosa la vocación, aunque sea Ó parezca muy verdadera. Estos defectos pueden ser involun- tarios 6 voluntarios, y estos últimos anulan por completo la vocación. La vida religiosa impone obli- gaciones muy sagradas, que nose pue den cumplir sin grande aptitud moral en el individuo que la abraza; ella impone la guarda de una castidad per- fecta, de una obediencia pronta y de una pobreza de espíritu ó desprendimiento generoso de las cosas del mundo; y estas cosas son imposibles de guardar á quien no tenga un grande amor á ellas. Por eso una persona que tenga vicios opuestos á esas virtudes, que sea voluntariamente iracunda y caprichosa, ex- travagante y aficionada á sus cosillas, impura ó in- modesta consigo misma, no tiene yocación verdade- ra, por más que diga; y ningún confesor que sepa sus deberes le aprobaría la entrada en religión hasta verla corregida de sus faltas, hasta conocer por una larga experiencia que sabe luchar y vencer esos de- fectos, enemigos y destructores de la vida religiosa. La segunda señal nos la da el fin quese propone quien desea abrazar la vida religiosa. Si en sus cál- culos entran para algo miras humanas; si desea el hábito santo, porque Je parece que con él pasará la vida más cómodamente; si piensa mejorar de fortu- na, creyendo hallar en la religión ciertas comodida- des queno tenía en su casa; s1 lo hace, porque se ve llena de abatimientos y humillaciones; y si pretende con su entrada en religión alguna honra Ó descanso que en el mundo no tendría, ¡malo va el negocio! esa vocación es falsa, ó mejor dicho, eso no es voca- ción, Pero si el fin que se propone el que deséa ser religioso es del todo sobrehumano; si lo que le lleva á la religión es el deseo de santificat:e; si pretende el hábito únicamente para servirá Dios mejor y CARTAS A TRFÓFILA 2 A AO IA PEA ES
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