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338 oye ó veen sus compañeras; si es obediente á su ma- dre y afable con sus hermanas; sies callada y apli- cada á sus labores y estudios; si es amiga de rezar y estar en el templo con devoción y modestia, y si sus juegos preferentes se reducen á componer altares, adornar imágenes de santos y vestirse de monja, en- tonces bien podemos creer que el camino señalado por Dios á esa niña esel de la vida religiosa, y que lo emprenderá ciertamente, si la corriente del mundo ó de las pasiones no la arrastran á otra parte, despo- jándola antes de esas buenas inclinaciones con que el cielo la adornó. Mas, por el contrario, si la joven fuera perezosa, respondona, desobediente, charlata- na 6 mentirosa, si gusta mucho de galas y adornos, de correr calles y ser vista, de andar guapa y que la alaben; y si sus entretenimientos favoritos son ó fue- ron el jugarcon muñecas, acariciándolas y meciéndo- las en los brazos como una madre á su hijo, entonces no es el camino del claustro el señalado para ella; á lo menos yo no le daría jamás mi aprobación para religiosa á una joven en quien viera esas inclinacio- nes y defectos naturales, hasta verla bien corregida de ellos. Y dije que además de la inclinación natural, se necesita la correspondiente aptitud de alma y cuer- po, porque sinesto aquella buena inclinación resulta equivoca, no tiene garantías ni es verdadero signo de vocación. ¿De qué le serviría á una joven, por ejemplo, tener mucha afición á las Hermanitas de los Pobres 6 á las Hijas de la Caridad, si estuviera manca ó paralítica de un brazo, que nola dejara nunca ejercitarse en los oficios de esas buenas reli- giosas? ¿Y de que le servirían las inclinaciones y deseos de predicar y confesar ó cantar Misaá un joven que, por tener la cabeza más dura que un alcornoque, no pueda en su vida aprender una lec- ción nihacer un silogismo? Ya ves, pues, que la apti- tud fisica y moral es del todo necesaria para que la