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AA ea AAA A | $14 A ! UN | : A la Beata Inés de Beniganim, lo mismo que á nuestra esclarecida Santa Verónica de Juliani, las llamó desde la infancia con estas suaves y cariñosas palabras: «Dime, ¿quieres ser esposa mía?» Y á otras santas que en la juventud estaban entregadas á las vanidades, las llamó por medio de reprensiones y vi- siones espantosas. Péro no todas las vocaciones son tan especiales, claras y terminantes como estas de que te voy ha- blando. Hay otras semilatentes, algún tanto confusas 6 indeterminadas, y en este caso el problema de la vocación se resuelye cumplidamente por aquel otro de la elección de estado. Se ha dicho con verdad que la elección de estado es la rueda maestra de la vida cristiana, porque así como una maquinaria anda siempre fuera de concierto si tiene mal sentado el vo- lante ó rueda principal, asítambién lo andará la vida del cristiano, si yerra en ese punto importantísimo de la vocación ó elección de estado. Con ser esta ma- teria de tan alta trascendencia, es Sasi desconocida, y no só si diga despreciada de la mayor parte del pueblo fiel, pues parece, según está el mundo, queá los cristianos les da lo mismo vivir en el estado á que Dios los llama, que vivir en el que ellos eligen por su propio capricho. La razón nos dicta y la fe nos enseña que Dios ha trazado de antemano al hombre el camino por donde lo quiere conducir al cielo; ese camino es el estado 6 género de vida á que le destina; y si el hombre no conoce claramente á que estado está llamado, obliga- ción suya es consultar á Dios, pedirle luces, rogarle y no desistir hasta haberse cerciorado moralmente del estado que más le conviene abrazar para conseguir su salvación eterna. Sólo Dios penetra los profundísimos senos del corazón humano, sólo El conoce las tenden- cias, inclinaciones y fuerzas del hombre; sólo para El está patente lo venidero; sólo El sabe los grados de gracia que necesitamos para la salvación, y sólo

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