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327 así como el espíritu de vino y el éter sulfúrico se esca- pan y evaporan si el vaso que los contiene no está bien tapado, así también se escapa la devoción y el recogimiento del alma, si no tiene la boca cerrada con la llave de un santo silencio. Esto mismo fué lo que significó un religioso poeta, cuando, escribiendo á una hermana suya, le decía: ¿Ves en el horno sin puerta, como se escapa el calor? Pues, hermana mía, ¡alerta! que así se escapa el fervor, si tienes la boca abierta. Aquí podrás objetarme que pretendo ahora hacerte ermitaña, y que lleves una vida melancólica y triste, con ese silencio de que te hablo; á lo cual respondo que no hay tal cosa, Teófila mía, no pretendo nada de eso. Lo que quiero es hacerte perfecta y cortés en medio del mundo; pero con la cortesía de Oristo. Ordinariamente nosotros hablamos más, mucho más de lo que los otros quisieran; y en estos casos ya ves que no es necesario ser ermitaña para guardar silen- cio y mortificar la lengua, sino que casi es un deber de cortesía el hacerlo. En cuanto á que el silencio lleye consigo la tristeza y melancolía, te diré que no es así, sino precisamente lo contrario; porque guar- dar el silencio que yo te aconsejo, es conversar con Dios, y el trato de este Padre y Esposo de las almas es infinitamente más dulce y alegre que la conver- sación y amistadde las criaturas. Y sino júzgalo por tí misma. Cuando Dios te consuela y regala en la oración, ¿no sales de ella sin ganas de hablar con nadie, ni de oir novedades, ni de ver tonterías del mundo? Y esto, ¿de donde procede? Claro está que del gozo y alegría interior que en tu alma sientes. Mas aunque el guardar silencio fuera cosa triste, ¡ue no lo es, debías procurar guardarlo, por lo ne- cesario que es para el recogimiento y para alcanzar
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