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320 corazón con todo cuidado, porque de él procede la vida,» buena ó mala, recogida 6 disipada. Donde es mucho de notar que no dijo solamente, guarda tu co- razón, sino que añadió, con todo cuidado, para darnos á entender la importancia de este negocio, Y sime preguntas, cara Teófila, de qué cosas has de guardar tu corazón, yo te diré en breves palabras que de aficiones y afectos desordenados. Esteesel pun- to en que se diferencian las almas recogidas de las di- sipadas, y las deyotas delas indevotas; porque las unas tienen el corazón libre y desembarazado para vacar á Dios, y las otras tan llenas de cuidados terrestres que no les dejan tiempo para recogerse. Por eso las rimeras son comparadas en la Escritura Santa, al Dato cerrado y al jardín delicioso donde Dios tiene sus complacencias; y las otrasá un paseo público, donde sale y entra todo el que quiere, y donde no hay otra cosa que ruido y confusión, Esa confusión y ruido inquietan el corazón con su alboroto, lo ciegan con sus perturbaciones y lo cautivan con sus cuida- dos y aficiones desordenadas. Estos son los vientos que agitan la atmósfera de nuestro corazón, y las nu- bes que le obscurecen; y como los ojos del cuerpo no pueden ver la hermosura del sol, cuando el cielo está nublado, así tampoco los del alma pueden contemplar el Sol de Justicia, cuando el corazón está obscurecido con las nieblas y pasiones de la vida. Por esta razón te encargo tanto la guarda del corazón para que no entren á turbarlo las pasiones naturales de tristeza, alegría vana, temór y esperanza, ira y enojo, amor y odio desordenados; porque si de estas cosas lo guar- das, pronto alcanzarás la paz interior, madre del re- cogimiento; y con ella, la dicha que Cristo prometió á los queasí obren, cuando dijo: Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán á Dios. Para la guarda del corazón, es de todo punto indis- pensable la mortificación de los sentidos, que son las puertas por donde las cosas externas entran en el al-