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313 Luego si una joven tiene la vocación á la virginidad, sin la vocación al estado religioso, sería injusticia manifiesta obligarla á tomar un marido, porque no tiene todas las condiciones necesarias para entrar en un convento. Esta injusticia sube de punto y se hace monstruo- sa, si se atiende á que la falta de condiciones en una joven para el estado religioso, la mayor parte de las veces es independiente de su voluntad, y por lo mis- mo no arguye imperfección ni falta de virtud en ella A veces es la falta de salud lo que impide á una joven abrazar la regla de una comunidad austera y peni- tente, como lo son casi todas: ¿y esa falta de salud se tomará por señal de que Dios quiere que se case? ¿Con qué lógica se deduce tan absurda afirmación? Otras yeces es la pobreza y falta de haberes lo que impide la entrada de una doncella en el claustro: ¿y quién se atreverá á sostener que la falta de un patrimonio para sacerdote 6 de un dote para monja implica la necesidad de casarse? ¿De qué principios teológicos se podrá deducir tamaña consecuencia? Más todavía aunque hubiera padres tan impíos que sin causa ne- garan á sus hijas la entrada en religión, ¿sería pre- ciso sólo por eso que ellas se casasen, sintiéndose lla- madas al estado de virginidad? No, de ningún modo. Y decir lo contrario es ir directamente contra el Evangelio y doctrina de la Iglesia. Luego el afirmar que para una doncella no hay más camino que un marido ó un convento, es un absurdo teológico, por que en esa disyuritiva hay dos términos medios, y estos son el estado. de virginidad y el del celibato profesados fuera del claustro. Y pasemos á otra obje- ción. ¿Qué hacen las vírgenes en el mundo? se nos pre- gunta en tono de mofa; y 4 quien hace esta pregunta podríamos contestar: No te importa el saberlo; y si te importa, obsérvalas y verás que salyan al mundo con su oración, detienen el brazo justiciero del Eter-
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