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esta doctrina, la Iglesia católica vióse obligada á proclamar dogma de fe la excelencia de la yirgini- dad sobre el matrimonio en este canon del Concilio Tridentino, que cierra la puerta á toda objeción: «Si alguno dijere, que el estado de matrimonio debe preferirse al estado de virginidad ó al del celibato; y que no es mejor ni más perfecto mantenerse en la virginidad den el celibato, que casarse, sea exco- mulgado (1).» La Iglesia afirma que la virginidad y el celibato son estados perfectos entre los católicos, y lanza excomunión contra el que ose doctrinalmente anteponer el matrimonio á cualquiera de esos dos estados, lo cual equivale á declarar verdad de fe la superioridad que la virginidad y el celibato tienen sobre el casamiento. ¿Qué consecuencias se desprenden de la doctrina que acabamos de sentar? Si el celibato es un ver- dadero estado proclamado por Jesucristo; si es acon- sejado porel Apóstol como mejor y más perfecto que el estado contrario; y si la Iglesia proclama esta doctrina dogma de fe, condenando al que se atreva. á impugnarla; resulta claro que con toda seguridad y con perfectísimo derecho puede abrazarlo todo el que tenga abnegación verdadera, ó se sienta con fuerzas para ello: y esto sin que haya nadie en la tierra que con un título legítimo nos pueda quitar ese derecho dado por Dios y confirmado por la Iglesia Católica á todos sus hijos. De modo, que si un superior cualquiera, aunque lo sea por derecho natural como un padre de familia, abusando de su autoridad, quiere obligar al matrimonio á un hijo ó áuna hija que desea guardar castidad, ese padre 6 ese superior manda sin ningún título, traspa- sa los límites de su autoridad, su mandamiento es injusto y no debe ser jamás obedecido. Y la resis- (1) Can. X, de Sacr. Matrim.

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