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E II RECTA 296 demodo que éste completa y; perfecciona, por decirlo así, las obras del Padre y las del Hijo, y en ese per- feccionamiento es donde está nuestra mayor dicha, Este es el gran beneficio que pone el sello á todos los otros beneficios de Dios; porque ¿de qué nos serviría que el Padre nos hubiera criado y el Hijo nos hubie- ra redimido, si el Espíritu Santo no nos hubiera santificado? ¿De qué nos aprovecharía la creación del Padre y la:redención del Hijo, sin la justificación del Espiritu Santo? ¿Dequé nos serviría ser hombres y ser cristianos redimidos con la sangre de Jesucris- to, si nos faltaran los dones del Espíritu Santo, la gracia santificante que justifica al alma, y por esto nos perdiéramos? Pues esta última obra tan necesa- riapara nuestra salvación es obra del Espíritu Santo, y por eso te decía que los favores que á El debemos no son de menorimportancia que los que debemos al Padre y al Hijo. De aquí la grande necesidad que te- nemos de prepararnos para recibirlo en estas fiestas, gimiendo y suspirando, hasta que logremos vernos colmados de sus riquísimos dones. Pero ¿cómo nos prepararemos para recibirlo dignamente? A tal pre- gunta no es dificil contestar. Lo primero que hemos de hacer es entregarnos más en estos días al recogimierto y á la oración, como lo hicieron los Apóstoles en el Cenáculo, de los cuales dice la Sagrada Escritura que, después de ha- ber subido Jesucristo al cielo, «ellos perseveraban unánimes en oración con María Madre de Jesús,» esperando-la venida del Espíritu Consolador. Pues si nosotros perseveramos también en oración y recogi= miento, bien podemos esperar recibir lo que ellos re- cibieron. Es el Espíritu Santo en gran manera amigo del retiro, de la soledad y del silencio; El huye de los tamultos, de las diversiones ruidosas y de las fiestas profanas; y por eso lo primero que hemos de hacer para recibirlo, es apartarnos del bullicio del mundo, y darnos al retiro yal recogimientointerior.