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263 espirituales, ya dice ella en el capítulo anterior que son muy para desear, y que, si Dios los da, se tengan en mucho, aunque bien advierte que cosa de tanto precio como las divinas consolaciones, no son para dados á gente que sirva á Dios sólo por gustos. De lo dicho, puedes colegir que hay dos especies de favores divinos, de los cuales habla indistintamen- te Santa: Teresa de Jesús; y aunque ambas especies pertenecen al orden sobrenatural, una de ellas en- cierra mercedes extraordinarias y la otra favores ordinarios, que reciben en mayor ó menor grado to- das las almas que aspiran á la perfección, mediante la práctica de los consejos evangélicos y delas verdade- ras virtudes. Los favores ordinarios son los consuelos espirituales y la dulzura interiorde quetú me hablas; y los extraordinarios consisten en visiones, éxtasis revelaciones,arrobamientos, locuciones, llagas, trans- formaciones y otras cosas muy subidas y raras por las cuales ha querido Dios ser glorificado en sus San- tos. De estas últimas no he de decirte por ahora ni una sola palabra, porque hablar de eso á quien Dios no lleya por tal camino, es simplemente perder el tiempo, y no estamos para eso. Hablemos, pues, de los regalos ordinarios que Dios suele dar á las almas que aspiran á la perfección. Estos son de varias clases y tienen muchos nom- bres: autores hay que los llaman devociones sensi- bles, gustos interiores, ternura, júbilo, suavidad, de- rretimientos, dulzuras del alma, consuelos del espíri- tu; y hablan de estas cosas, como pudieran hablar del arquitrabe, que es hablar de loque no se sabe. Existe una diferencia inmensa entre estudiar esta materia de los consuelos en los libros de mística, y sentir esos divinos favores en lo interior del alma; como hay también notable diferencia entre sentir al- gninas veces esos regalos consoladores, y ser llevado de Dios por el camino de los consuelos; y donde más se nota esta diferencia (dice el P. Faber), es en algu-

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