BCCPAM000540-5-09000000000000

agradecimiento hacia el bondadoso Señor qne tantos bienes le ha hecho, sacándola de las tinieblas del pe- cado y colocándola en las esplendorosas regiones de la gracia. Estos fervores tienen sus síntomas de aumento y decadencia, sus ventajas y desventajas, sus experien- cias propias y sus interioridades peculiares; revisten un carácter particular para cada individuo, y nece- sitan una dirección especial para que consigan su ob- jeto y el alma que los tiene no sea víctima de una imprudencia transcendental. Su duración no tiene tiempo fijo: áunos les duran meses,á otrosun año ó dos, y almas hay que los han tenido cuatro ó cinco años. Esto obedece á que los primeros fervores tienen un doble objeto que cumplir: 1.arraigar las almas en la piedad para que no vuelvan atrás; 2.” disponerlas á dejarel mundo para volaral claustro y gozar de la dul- cesoledad, donde Dios habla al corazón; y se puedease- gurar que si el alma corresponde á ellos, no desapa- recerán hasta haber conseguido su objeto. Dios no escasea en lo necesario, ni abunda en lo supérfluo, sino que provee ácada uno según su flaqueza y según su necesidad. Por eso, como te dije al principio, las al- rhas que siempre fueron buenas y nunca mundanas, reciben pocos consuelos en esta primera región de la vida espiritual, porque no les hace la misma falta que á las almas mundanas; y por eso éstas que no podríar: despreciar el mundo y romper sus lazos, y mucho menos volar al claustro, sin especial socorro del cielo, son atraídas por la dulzura del amor divino que les allana todas las dificultades, para que puedan cami- nar fácilmente sin que los obstáculos les hagan vol- ver atrás. Pero al fin llega un día en que estos fervo- rosos consuelos han cumplido su misión y desapare- cen, tal vez para no volver más. Algún día los encon- traremos, dice el P. Faber, pero será en el tribunal divind para dar cuenta deellos, si no los aprovechamos cual debimos hacerlo.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz