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257 sión muy solemne multiplicó el Salvador cinco panes de cebada y dos peces, hasta el punto de sa- ciar con ellos cómo unos cinco mil hombres, los cuales, viendo el.milagro, quisieron aclamarlo por rey; más Jesús, conociéndolo, huyó de su presencia y se retiró á un monte. Viéndose burlados en su proyecto, fueron al otro día en busca de Jesuscristo, y ála primera palabra que le hablaron, contestó aquel mansísimo Cordero, que penetra lo más recón- dito de nuestros corazones, diciendo: En verdad, en verdad os digo que vosotros me buscáis, mo por los mila- gros y prodigios que habéis visto, sino porque habéas comido y os habéis hartado con los panes que multipli- qué ante vosotros. No me buscáis á mí sino á vuestro interés propio; no buscáis á mi persona, sino al man- jar con que os he regalado. «No busquéis más el manjar perecedero, quese acaba pronto, sino el manjar divino que dura eternamente.» ¡A cuántas almas pudiera hoy Jesús decir otro tanto! No me buscas tú en la Comunión por lo que yo soy, sino por la dulzura que en ella encuentras; no vas tú 4 la oración buscándome ámíi, sinoá los consuelos que allí suelo comunicarte; no me buscas á mí desin- teresadamente, sino por los regalillos que te doy. Este modo de buscar á Dios esimperfecto y de prin- cipiantes; las almas aprovechadas buscan á Dios y le sirven por ser quien es, sin ninguna mira de in- terés que de amar á Dios puede resultarles. Así lo hacía un almasanta, que estando una vez llena de sequedades y desolaciones de espíritu, se le apareció el demonio envidioso de su aprovechamiento espi- ritual, y le dijo: ¿Para qué sirves á un Señor tan duro, que te paga tus servicios con tantas penas y tribulaciones? ¿Para qué te cansas y te fatigas en vano,si no te has de salvar? ¿Cómo es posible que te dé después la gloria, el que ahora no te da con- suelos para servirle? A lo cual respondió aquella alma valerosa: Yo no sirvo á Dios por los consuelos
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