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OBRA a A 256 ellos una pobre viuda, y con mucho disimulo deja caer dos céntimos en el lugar de lasofrendas, y enton- ces toma Jesús la palabra, y dice á sus discípulos: En verdad os digo que esta pobre viuda ha ofrecido más que todos. ¿Cómo se entiende esto? Habría ricos que echa- rían dos duros de limosna: esta pobre viuda echó dos céntimos; y sin embargo, Jesucristo afirma que ella sola ofreció más que todos los otros. ¿Por qué razón? Porque los otros dieron lo que les sobraba, y ésta lo que le hacía falta; porque los otros ofrecieron sus li. mosnas sin afecto interior, y ésta la ofreció con todo el amor de su alma; y delante de Dios no se aprecian las obras por su yalor é importancia exterior, sino por el afecto y amor con que se hacen. Por eso acae- cerá muchas veces que una persona, dando una pe- queña limosna, ó privándose de una cosa tan senci- lla como es comer una fruta, merecerá más que otras con muchas limosnas, ayunos ó penitencias; y Otra, rezando un Ave María, tendrá más méritos que al- gunas que recen un rosario entero. Esta rectitud de intención y este afecto interior con que debemos hacer las cosas, no tiene nada que ver con la dulzura y deyoción sensible que experi- mentamos algunas veces en los ejercicios de piedad; antes al contrario, buena y todo como es en sí la de- voción sensible, puede priyarnos muchas veces de la rectitud de intención que vale más que ella. En la rec- titud de intención buscamossiempre la gloria de Dios, 6 4 Dios mismo; pero en la devoción sensible podemos buscarnosá nosotros mismos, procurando más nuestro gusto, que el gusto y complacencia de Dios. ¡Y ojalá que no fueran muchos los que buscan á Dios por esos regalillos y ternuras que El nos dá en la oración y de- más prácticas piadosas! Asíle buseaban aquellosá quie- nes El alimentó en el desierto con el pan milagroso. Cuenta el Evangelista amado (1), que en una oca- (1) Juan, 6.