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2921 ue sean buenas y santas, son un grande impedi- mento para la perfección y la santidad. Cuando una persona no tiene más quehaceres que los que naturalmente traen consigo las obligaciones de su estado; cuando no toma sobre sí ni tiene 4 su cargo otras ocupaciones que las que buenamente puede desempeñar, entonces todo lo hace minuciosa y acompasadamente; el día es para ella espacioso, quieto y sosegado; vive á la antigua usanza; tiene tiempo para todo, y todo lo hace bien y con prove- cho. Mas cuando una persona tiene sobre sí muchos quehaceres y obligaciones; cuando toma á su cargo más negocios de los que puede soportar, entonces tie- ne que obrar con precipitación; el día es para ella corto y agitado; vive á la moderna; nunca tiene re- poso; y claro está que de ese modo sus deberes ha de cumplirlos á deshora, desordenadamente y de mal humor, porque ellos se suceden sin parar de la ma- ñana hasta la noche, se confunden unos con otros, empujan los segundos á los primeros, y ni óstos ni aquéllos se pueden cumplir bien. Y en esta continua agitación, y en esa conmoción de espíritu, sabido es que no puede morar Dios, como dice la Escritura Sa- grada: non in commotione Dóminus (1). Otro grande mal trae consigo la multiplicidad de excesivas ocupaciones, y es que para atender á ellas hemos de desatendernos á nosotros mismos de una manera lastimosa, olvidando nuestras propias necesi- dades y quitando los ojos de nuestras miserias, si por ventura no nosimpide ver nuestros defectos esa mu- chedumbre de cuidados que nos perturba. Porque así como en el agua de una fuente, cuando está reposada y tranquila, se ve hasta la menuda arena que en el fon- do tiene, asi también se ven los defectos en nuestra alma cuando está sosegada y quieta; pero cuando está turbiada y agitada con multitud de negocios, no de- (1) IU, Reg., xix, 11.
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