BCCPAM000540-5-09000000000000

216 (1). Y entre el justo que así llora, y el impío que así se burla, hay una escala indefinida, en la cual nos hallamos comprendidos todos los mortales, tanto más cerca de los unos ó de los otros, cuanto es mayor 6 menor ese dolor habitual de la culpa y esos senti- mientos de contrición. Al alma que nunca haya sentido en su interior esos dulces afectos, la tengo por incapaz de adelantar en la perfección; á la que lo siente siempre, la creo con mucha aptitud para ser santa; y ála que lo sintió alguna vez y luego lo perdió por su culpa, la juzgo también capaz de mucho adelanto en las vías del es- píritu. Entre las personas dedicadasal servicio divino, hay unas que sienten eso, y otras que no lo sienten; unas que conocen la necesidad que tienen de sentirlo, y otras que ni siquiera eso conocen. Estas, lo repito, son incapaces de perfección, y su perseyerancia en la vida espiritual es siempre dudosa: su amor á Dios es siempre frío y pobre; y todo lo que sea ardor, heroís- mo, feryor, amor divino ó cosa parecida, lo tienen por una fábula, por una novela ó por un entusiasmo de palabras. ¡Pobrecillas! ¡cuánta compasión me cau- san! Aquí debo decirte, para tu gobierno, que ese do- lor habitual de la culpa se pierde por varios motivos: unas veces, porque el alma estraga su gusto espiritual con la lectura de. ciertos libros ó con el trato de ciertas personas sentimentales, imbuídas en un misti- cismo falso; otras, por hacer excesivas penitencias, sin contar con la gracia que actualmente tienen, á la cual hay que acomodarse siempre; otras, por querer pasar rápidamente y de corrida por la vía purga- tiva,sin detenerse en ella hasta purificarse bien; otras, porque el alma:quiere adquirir prontamente una alta posición en la vida espiritual, elevándose á mayor altura de lo que sus fuerzas permiten; y entonces le acontece lo queal pájaro que sale del nido antes que (1) Job., vir, 80,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz