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A A A a 214 ascéticos. Eso no es fervor, ni presencia de Dios, ni e detí misma, nidevoción, ni arrepentimien- toó dolor actual de las culpas; pero tiene parte de todo eso y es como la quinta esencia de esas cosas. Repito que no sé cómollamar á esos afectos interiores del alma; pero puesto que es preciso darles un nom- bre, para podernos entender, los llamaremos senti- mientos de contrición ó dolor habitual de la culpa. Y de paso te advierto que este dolor afectuoso y estos sentimientos de contrición, son cosas muy ne- cesarias para adelantar en la vida espiritual. Se ha dicho con verdad, que la oración y mortifi- cación son los dos pies con que corremos por el cami- no de la virtud, las dos alas con que el alma se remon- ta á las regiones de la santidad; pero en esta teoría hay que tener muy presente, si no queremos caer en un error lamentable, que el ave no bate sus alas ni vuela por los aires, si le faltan las fuerzas; como los pies no-andan tampoco, si el hombre carece de robus- tez y de vigor para moverlos. Pues lo que es en el hombre la robustez y el vigor para mover sus pies, y lo que es la fuerza y ligereza enel aye para batir sus alas, eso mismo es el dolor habitual de la culpa y los sentimientos de amorosa contrición que tú sien- tes para la oración y mortificación. En prueba deesto, quiero decirte que he observado muchas almas mor- tificadas, que no adelantan nada en la senda de la per- fección; almas á quienes la mortificación mantiene en gracia y aparta del pecado; pero que permanecen paradasen un mismo punto, sin dar un paso adelante, lo cual me hace creer que la mortificación es una medicina más bien que un alimento del alma. Además, conozco muchas personas que en años en- teros no han dejado la oración ni un solo día, y sin embargo, quietas y estacionadas se hallan en la vida espiritual; y lo que es más, ni siquiera tienen esa suavidad y ternura que es fruto ordinario de la ora- ción perseverante: de modo que pasan una semana