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3 tranquilo, contentándome con indicarte cuáles son los autores que con sus escritos pueden ayudarte en la grande obra de tu santificación. La importancia de las cuestiones que me presentas es tal, que no necesita ponderación; pero sí quiero decirte, que no pienses llegar de un vuelo á la cumbre de la perfección, ni creas llegar, así como quiera, á una santidad extraordinaria, porque ésta no espatri- monio (volentis neque currentis), sino de aquel á quien Dios quiere concederla. Rom. rx, 16.. Al tomarme éste trabajo sólo pretendo desenga- ñarte á ti y á otras muchas almas que hacen consistir la perfección en pequeñas imperfecciones, y la santi- dad en el cumplimiento de su santa voluntad; sólo in- tento darte á conocer que:la virtud sólida y maciza no es únicamente hija de los claustros, sino fruto que se da en el mundo, y en todos los estados, edades y condiciones de la vida. Escribo para las personas que viven en el mundo; para las almas que, como tú, pro- curan santificarse en el seno de la familia; para todos aquellos que sin poder abandonar los negocios del si- glo, desean caminar por la ignorada senda de la perfección cristiana. No trato, pues, de hacer contem- plativo á ti niá nadie que por razón de su estado y ocupaciones no lo pueda ser; trato únicamente de sa- tisfacer tus deseos, diciéndote el concepto que tengo formado de la perfección cristiana, y hasta qué punto dela misma puedes llegar en medio del mundo. La yida verdaderamente cristiana, aunque austera en apariencia, es dulcísima en realidad: está llena de encantos y delicias; pero delicias y encantos que sólo se goza entrando en ella. Elcamino de la virtud pare- ce á primera vista áspero y escabroso; pero cuando uno se interna en él, lo encuentra lleno de gratos y embelesantes atractivos. Si fuera posible dar á cono- cer con poética sencillez la dignidad, las excelencias, la belleza y amenidad de ese ignorado camino, no habría en el mundo un alma sensible y tierna que no CARTAS Á TEÓFILA o