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209 porque Ella es la Reina de todos los Santos, y el que prescinda de Ella, jamás llegará á las venturosas re- giones de la santidad. Pues, siendo esto así, nada más justo; nimás pues- to en razón, ni más conveniente para nosotros, que profésar un amor tierno y una devoción especial 4 esta Reina inmaculada. Una de las cosas que más á Ella le agradan es que la tomemos por Madre. El úl- timo encargo que le hizo su Divino Hijo cuando es- taba espirando en lacruz, fué que nos tuviera en lu- gar de hijos, y á nosotros (en persona del discípulo amado) que la tomáramos por Madre; y Ella se com- place grandemente én que lo hagamos así, tantó por yer cumplida la última voluntad de su amadísimo Jesús, como por derramar sobre nosotros los inmen- sos tesoros de cariño que encierra su corazón mater- nal; y porque, además de todo eso, es nuestra verda- dera Madre en el orden de la gracia; y lo es de un modo real y maravilloso, que siento no poderte ex- vlicar ahora, pero sí te encargo que siempre y á oca llena la llames con ese dulce y regalado nombre de Madre. Salúdala con frecuencia, visitala 4 menu- do, rézale todos los días el santo rosario y alguna oración devota, celebra con fervor sus fiestas prin- cipales, ofrécele tu corazón, entrégale todas tus bue- nas obras, y pídele la bendición por la mañana al levantarte, y por la noche cuando te recojas á dormir. En el mes de las flores, tan justamente á Ella dedi- eado, yo te aconsejo, Teófila mía, que no se te pase ni siquiera un solo día sin que ofrezcas una flor ó ha- gasalgún obsequio á nuestra benditg Madre. Private de alguna cosa por amor suyo; haz algún acto de mortificación para obsequiarla: acude con devoción al Mes de María queen su: honor se celebra; lleva siempre en ta compañía su escapulario bendito ó al- guna imagen suya, y, estrechándola dulcemente so- bre tu pecho, dile muchas veces: ¡Sea tuyo todo ma
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