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208 ' méritos infinitos del Hijo y de las gracias y dones del Espíritu Santo; es el místico Santuario, el tála- mo escondido, el Sancta Sanctorum donde la Divini- dad se juntó con la humanidad, y Dioscon el hombre; es, como la Iglesia la llama, Puerta misteriosa del cielo y nadie penetra en aquellas mansiones de-bien- andanza y cumplida dicha, sin pasar por esa Puerta, como tampoco baja de allá ninguna gracia á los mor- tales, sin atravesar primero los umbrales de esa Puerta misteriosa; puesto caso que, como enseñan el Padre San Bernardo y mi Seráfico Maestro, todas cuantas gracías Dios nos concede, pasan por las ma- nos de María. De donde resulta, no sólo que la devo- ción á María es una señal cierta de predestinación; no sólo que esa devoción es hasta cierto punto nece- saria para salvarnos, sino qué lo es mucho más para conseguir la gracia con la cual hemos de aprove- char y adelantar en la senda de la perfección cristia- na. Y yo tengo para mí que la falta de verdadera devoeión 4 María es lo que detiene hoy á ciertas al- mas en el camino de la virtud. Ese camino es escabroso y está lleno de peligros; en él encontramos á cada paso un enemigo, una fie- ra infernal, que pretende devorarnos 6 hacernos re- troceder; y para dar muerte á esa fiera y para evitar aquellos peligros, no conozoo en la vida espiritual otro medio más poderoso que la devoción y el amorá esa Mujer bendita entre todas las mujeres, cuya plan- ta victoriosa aplastó para siempre la cabeza del Dra- gón infernal. Yerra, pues querida Teófila, y mucho yéerra, quien piense recorrer esa escabrosa senda, sin 1r pertrechado con la devoción de María; yerra quien crea poder adquirir la perfección verdadera sin el auxilio de esa devoción; yerra quien pretenda arri- bar ála cumbre de la santidad, sin devoción verdade- ra ála Madre de Dios; y yerra porque la perfección cristiana está bajo el glorioso protectorado de María, porque la santidad está bajo el dominio de su cetro,

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