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195 tigo y la aflicción como correcciones de un Padre amoroso; interesado en que seamos buenos y en que no deseneremos de nuestra antigua nobleza. Ella con- vierte en dulce y consolador el amargo conocimiento de nuestra pequeñez y miseria, haciéndonos confiar en la bondad de un Padre que todo lo puede. Ella nos tranquiliza, al recordar las culpas pasadas, ha- ciéndonos creer que de tantas ofensas sólo queda en nuestro cariñoso Padrela satisfacción de haberlas per- donado, como en nosotros sólo resta el pesar de ha- berlas cometido. Del sentimiento filial que esa idea produce en nosotros, nace la libertad de espíritu, la serenidad en las dificultades, la paciencia en las du das, el valor en las pruebas y desola iones y el inten- so deseo de agradarle en todo, por la única y potísi- ma razón de que es nuestro Padre. Esta idea nos anima á la penitencia, nos sostiene en las tentaciones, nos consuela en la oración, y nos hace hallar gusto en las penas. Dios vela por mí con paternal providencia; El atiende á mis plegarias, El bendice mis obras, El oye mis súplicas, El socorre mis necesidades, y El me ama con más solicitud y con mayor ternura que la más cariñosa madre al más pequeñuelo y amado de sus hijos. El me inspira y me alienta para que ande por el camino de la virtud, y luego me da la mano para que camine sin caer, y después me premia porque no caí y porque anduve con la ayuda de su mano y con el aliento que El me infundió. ¡Oh consoladora idea de la paternidad de Dios! ¡Oh Padre, clementísimo Padre, Padre de mi- sericordia y Dios de toda consolación! ¡Oh Padre nuestro que estás en los cielos! ¿Cómo vivimos tan olvidados aquí en la tierra de tu cariño paternal? ¿Cómo no se cuidan los mortales de servirte con afecto de hijos? Si tú eres nuestro Padre, ¿dónde está la honra y el amor que te debemos? ¿Dónde la con- fianza en tu bondad soberana? ¿Dónde la correspon- dencia á tu cariño infinito? ¡Oh alma mía! Padre 4 t CARTAS Á TEÓFILA 14

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